Las demandas de ancho de banda son cada vez mayores, es una tendencia que no parará de crecer. Hasta hace no demasiado tiempo, existía una gran diferencia en cómo se sirven contenidos a un usuario conectado a una red móvil (3G y en menor medida, 4G), y usuarios conectados a conexiones con instalación fija (FTTH, fibra dedicada, DOCSIS, etc.), pero ante la proliferación de la calidad del 4G y la inminente llegada del 5G con velocidades máximas teóricas de hasta 10Gbps, esa barrera entre conexiones fijas y móviles tiende a desaparecer, por lo que las costumbres y necesidades de los usuarios harán que la demanda de ancho de banda sea cada vez mayor.
Esta necesidad de contenidos más ricos y complejos, se traslada necesariamente en mayor exigencia a nuestro equipamiento de red. Como es obvio, cuanto mayor y más compleja sea la red, más crece la necesidad de actualizar el equipamiento de red que la soporta. De hecho, para los operadores, es un requisito insalvable adecuar regularmente todo el equipamiento de red a los nuevos escenarios que se plantean, ya que el tratar de ahorrar en un nuevo equipamiento va a significar menor eficiencia y más tiempo de dedicación humano en cada despliegue o actualización que se requiera.
Esto mismo, de forma directamente proporcional al tamaño de la red, ocurre exactamente igual en todas y cada una de las redes empresariales. Desde una simple oficina con media docena de puestos de trabajo hasta las mayores multinacionales, no invertir en actualizar el equipamiento de red, siempre acaba siendo una mala decisión.
Mantener equipos obsoletos, una mala decisión
Este planteamiento se basa en el hecho de que mientras la demanda de ancho de banda y, por tanto, la exigencia al equipamiento de red no para de crecer, el coste del alojamiento y, en especial, de la electricidad, no acompaña esta tendencia, por lo que incurriremos cada vez más en mayores costes de consumo eléctrico y alojamiento de equipos con baja densidad que ocupan un espacio innecesario en la actualidad. Tanto es así que se estima que el consumo eléctrico de equipos antiguos es entre 10 y 100 veces superior a los más modernos para las mismas condiciones de rendimiento.
Además de la eficiencia energética, que se ha convertido en un factor clave en la evolución tecnológica de la última década, hay que tener en consideración toda la cadena de elementos que intervienen en nuestras comunicaciones. Desde el propio proveedor de servicios, hasta el cableado de red, todos los elementos que intervengan en este proceso es necesario tenerlos en consideración, de cara a si existen tecnologías más modernas y más efectivas y, hacer especial hincapié, en si están actualizados, se encuentran dentro de su vida útil y siguen recibiendo actualizaciones de seguridad que nos mantengan alejados de posibles brechas para nuestros datos sensibles.
Conectividad y switches, los grandes olvidados
Por ejemplificarlo de alguna forma, me gustaría destacar dos casos muy recurrentes, pero también poco considerados: switches y conectividad.
- Emplear switches de una gama inferior al uso al que están siendo sometidos, es un punto de fallo habitual en casi todas las redes. Las ampliaciones poco planificadas con equipos domésticos, con baja densidad de puertos, con poca capacidad de transferencia y con equipos obsoletos o sin actualizar, impiden el correcto funcionamiento de la red, provocando caídas o cortes aleatorios que va a impedir el correcto funcionamiento de nuestro negocio y a generar una serie de pérdidas económicas que podrían evitarse con una renovación periódica y proactiva.
- La conectividad de cada una de las sedes también suele ser poco tomada en consideración. No contar con la tecnología más avanzada, con mayor ancho de banda, con mecanismos de respaldo más sofisticados o con routers obsoletos, sin actualizar o de gama residencial, de nuevo, provoca problemas de seguridad, caídas y/o no contribuyen a reducir los tiempos de indisponibilidad a los que nos enfrentamos.
A fin de cuentas, es imprescindible tener una visión global ante este tipo de inversiones y, aun siendo un ejercicio complicado, tratar de valorar de qué manera va a mejorar a la eficiencia de nuestra empresa contar con una red sana y eficaz, que consume poco espacio y poca electricidad, que cuenta con todos los mecanismos de priorización y respaldo más actuales para reducir el impacto de las contingencias y está a salvo de brechas de seguridad.
Como siempre recomendamos, confiar con un partner tecnológico en el que delegar estos asuntos si no se cuenta con un equipo propio de profesionales de las tecnologías de la información, o que lo apoye y asesore en el caso de tenerlo, es siempre la mejor estrategia para que nada entorpezca lo que realmente vital: la actividad de nuestra empresa.
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