Hace unos días tratamos el tema de las publicaciones optimizadas para móviles y, siguiendo en esa línea, vamos a poner el foco sobre el rey del contenido online: las apps. ¿Son realmente tan rentables?
Antes de empezar, conviene pararse a pensar un par de segundos acerca de la magnitud del mercado móvil. Allá por 2011 se decía, pese a la cola que ha traído y que a muchos nos gustaría que se tratara de un falso rumor, que había más población mundial con acceso a un teléfono móvil que a un cepillo de dientes.
Me explico: frente a los 4.200 millones de cepillos de dientes estimados, en 2011 se calculaba que había 4.800 líneas móviles en todo el mundo, que en realidad no son personas con teléfono móvil como tal, porque cerca de 60 países tienen más teléfonos móviles que habitantes, pero es un matiz muy pequeño. En 2015 se calculó de nuevo y los resultados mostraron más de 7.000 millones de líneas móviles en el mundo, cerca del 96% de la población mundial. Y mucho me temo que la producción de cepillos de dientes no ha crecido al mismo ritmo. Le da a uno que pensar, ¿verdad?
El uso del móvil duplica al del ordenador de escritorio en EE.UU.
Dejando a un lado el plano macroeconómico y centrándonos en números que nos sean de mayor utilidad, como cada año, comScore emite su informe The US Mobile App Report. Este informe nos deja algunos datos muy jugosos de cara a planificar el próximo movimiento estratégico de nuestra empresas.
Supongamos que vamos a planear el lanzamiento de un nuevo servicio: en esta dinámica está muy extendido el planteamiento de la web “Mobile First”. Se entiende por «Mobile First» que lo correcto es comenzar por el diseño y usabilidad móvil, y desde ahí, adaptar la visualización en tabletas y equipos de escritorio más grandes. Así tendríamos cubierto todo el espectro de dispositivos pero, ¿es esto suficiente?
Probablemente no, ya que pese a lo que podamos creer, seguramente a raíz de nuestras analíticas web, el porcentaje de tiempo que un usuario medio pasa en una web adaptada a móvil es realmente pequeño. Veamos por qué.
Contextualizando estos datos y el estudio de comScore, observamos que en junio de 2013, del tiempo que los usuarios estadounidenses pasaban delante de una pantalla, el 49% lo hacían en un equipo de escritorio, mientras que el 51% restante era en un teléfono móvil. Pero tres años después, en junio de 2016 esa brecha a favor de los dispositivos móviles ha crecido hasta dejar al ordenador de escritorio en un 33% de uso y al móvil en un 67%.
El uso de apps nativas es siete veces superior al de web móvil
Estas cifras podrían avalar el planteamiento de las webs orientadas a móvil pero, de ese 67%, ¿cuánto tiempo emplea el usuario medio en una web móvil? Realmente, casi nada: el uso de apps nativas es siete veces superior al de web móvil.
Proporcionalmente, el tiempo que empleamos en apps móviles ha crecido un 80% desde 2013, mientras que la web móvil solo un 8%. Ni siquiera el de las app en tabletas ha aumentado a ese ritmo: sólo lo hace un 9%. Parece claro que incluir apps nativas para móvil es imprescindible para nuestra estrategia TI.
En este punto llegamos a afrontar la implementación de apps móviles para nuestra organización: podríamos apostar por una app nativa o una app híbrida, pero ambas tienen sus ventajas y desventajas.
¿App nativa o híbrida? Mejor las dos a la vez
La ventaja de las apps nativas son, sin lugar a dudas, su rendimiento y estabilidad, pero encontramos un gran inconveniente en su coste, ya que tendremos que desarrollar, en paralelo, el mismo producto dos veces con dos equipos de desarrollo distintos y específicos para este propósito: uno basado en Java para Android y otro basado en Swift (u Objetive-C) para iOS. Como veremos más adelante, uno de los mejores ejemplos de startups exitosas, Airbnb, reconocía que, como muchos otros, han tenido que desarrollar su producto tres veces: Web, Android e iOS.
De esta necesidad nacen las apps híbridas, que se valen de un “envoltorio” nativo para generar nuestras apps con código HTML, CSS y Javascript. La ventaja principal de este tipo de apps es que podremos reutilizar gran parte de nuestro equipo de desarrollo front-end con un tiempo de aprendizaje relativamente corto e implementar tecnologías como Cordova o, preferiblemente, Ionic. La parte negativa de esto es que el resultado, aun siendo perfectamente útil a un coste mucho menor que comparado con soluciones nativas, al estar basado el rendimiento en vistas web, es sensiblemente menor. Asimismo, la experiencia de usuario, si bien puede ser satisfactoria, es diferente a la de las apps nativas en cuanto a componentes comunes de la interfaz de usuario como navegación por la misma y demás.
Uniendo lo mejor de estos dos mundos nace una solución intermedia llamada React Native. Pero antes de hablar de React Native, merece la pena explicar qué es React, a secas.
React es una librería creada en el seno de Facebook basada en Javascript (más bien en JSX) para representar interfaces web complejas y, especialmente, para hacerlas reactivas a eventos. La esencia de React se basa en dos principios fundamentales: el primero, dividir nuestro interfaz en componentes reutilizables, ahorrando código y tiempo de desarrollo; la segunda, mantener una copia virtual del DOM para hacer actualizaciones que puedan incrementarse sólo de los elementos modificados después de cada acción.
Siguiendo este mismo planteamiento, existen muchas alternativas a React y también controversia acerca de qué solución tiene mejor comportamiento, pero si queréis analizar unas pruebas de rendimiento independientes, os dejo, por ejemplo, estas de Auth0.
Descubriendo React Native
Como es de suponer, React Native lleva esta funcionalidad al terreno móvil. Podríamos decir que React Native es un framework creado por Facebook con el fin de crear apps nativas utilizando React; recalco nativas. A diferencia de otros frameworks que usan Javascript o derivados para crear apps híbridas, el resultado de un un proyecto en React Native es una app nativa, con los mismos elementos de la interfaz gráfica de cada sistema operativo móvil, y con un rendimiento que, si bien es cierto no llega al mismo nivel de las apps nativas, se le acerca mucho.
Tratándose de React, una librería para UX, es sencillo reconvertir equipos de trabajo de front-end a desarrollo móvil. De hecho, en una de las últimas conferencias sobre React se contaba el caso de Wix, una empresa que desarrollando su app con React Native para sus más de 80 millones de usuarios, encontró que el tiempo de reconversión de un desarrollador front-end que utilizara React a React Native era de, tan sólo, dos semanas.
Este último dato nos deja otra de las controversias más extendidas sobre React Native y su “juventud”: ¿Está «verde» React Native? Volvamos un momento al informe de uso móvil de comScore.
La app más utilizada de EE.UU. es Facebook, la segunda es Facebook Messenger y la séptima Instagram, también propiedad de Facebook. Salvo Facebook Messenger, todas hacen un uso cada vez mayor de React Native. Poniendo algún ejemplo más: según mencionamos anteriormente, en Airbnb son unos grandes fans de React y React Native. De hecho, publican bastantes charlas y código sobre React y React Native.
Otros grandes nombres que hacen uso de React Native son: Baidu (el “Google chino” con 600 millones de usuarios), Wallmart o Bloomberg.
Todos ellos mencionan que, además de obtener apps tanto para Android como para iOS con un solo desarrollo, también encuentran un altísimo porcentaje de código reutilizable desde su web si ésta utiliza React.
Una vez más, el mercado nos obliga a estar en todos los canales posibles
No obstante, ya fuera de la tecnología y volviendo a la estrategia, sea de una manera u otra, hemos de ser cautos a la hora de tomar una decisión. Si bien, una vez más, el mercado nos obliga a estar en todos los canales posibles (Web, web móvil, Android nativo e iOS nativo) hemos de tener en cuenta que nos encontramos ante un mercado saturado, en el que sólo la mitad de los usuarios descargan alguna app mensualmente, y sólo un 20% de los mismos descarga más de 4 apps cada mes.
En conclusión, parece que la web y los dispositivos grandes se quedan «pequeños», y con el progreso tecnológico nos llegan nuevas opciones que ahorrarán bastante presupuesto en el próximo asalto que tengamos que afrontar.
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