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Algunas de las tendencias en conectividad para 2020 se llevan fraguando desde hace tiempo, como el 5G o el Wi-Fi 6. Pero otras han surgido con motivo de la pandemia de la Covid-19, como el teletrabajo y –por extensión– el uso a gran escala de las redes privadas virtuales (VPN) y nuevas variantes de la nube.
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Si actualizamos todo esto combinándolo con los movimientos del mercado, podemos resumir en estas cinco las tendencias en conectividad para 2020:
Aunque el despliegue del 5G se ha visto retrasado por la pandemia es una de las tecnologías más esperadas y de las que más se habla. Pero aunque la asignación de frecuencias y operadoras se vaya a hacer un poco más tarde, los fabricantes de hardware no se han detenido y tanto los terminales de telefonía móvil como los dispositivos de la Internet de las Cosas (IoT) estarán listos cuando todo se ponga en marcha. Se espera que el 5G permita velocidades 10 veces superiores a las actuales con latencias muy bajas y hasta un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado. Cisco estima que para 2023 los dispositivos conectados por 5G serán ya un 11% del total.
Por su parte la nueva versión doméstica del Wi-Fi 6 (IEEE 802.11ax) ya funciona en dispositivos como los terminales móviles de última generación, routers y puntos de acceso de diversos fabricantes. Lo primero que notará un usuario normal y corriente es una multiplicación por tres de la velocidad, aunque puede ser incluso más. Es la forma más rápida de familiarizarse con lo que se denomina gigabit wireless y velocidades inalámbricas de hasta 2 Gbps. Estos nuevos routers incluyen además mejor seguridad y están diseñados específicamente para evitar las interferencias cuando hay muchas redes inalámbricas presentes.
Una consecuencia interesante de que la conectividad haya mejorado en los últimos años en cuanto a calidad y capacidad son los PC siempre conectados o ACPC (Always Connected PC). Estos son equipos portátiles de trabajo que funcionan siempre, en cualquier sitio, al incorporar su propia conectividad, ya sea LTE o 5G. No hay que depender de redes locales, puntos de acceso externos, o utilizar el teléfono móvil como pasarela. Con esta fórmula el PC lleva su propia tarjeta SIM o eSIM para garantizar la conectividad: no depende de la batería de un equipo externo, de que haya una red Wi-Fi accesible ni se enfrente a los problemas de seguridad asociados a conectarse a redes desconocidas. Los portátiles especialmente diseñados como ACPC cuentan con chips específicos para todo esto y muchos también van equipados con una potente batería que dura todo el día completo, lo que los hace completamente autónomos en la práctica.
Si 2020 será recordado como el año de la gran pandemia, también lo será por el auge del teletrabajo. Con el confinamiento llegó la necesidad de trabajar en casa y los desafíos asociados: garantizar la seguridad a través de una red privada virtual (VPN), contar con una solución de videoconferencia adecuada, el trabajo en la nube… Lo interesante es que todas estas soluciones se adaptan bien a la fórmula del BYOD («Tráete tu propio dispositivo») aunque ahora haya menos movimiento de personal.
Muchas empresas han decidido ampliar las fórmulas de teletrabajo alentando al trabajo desde casa, en parte por seguridad y en parte porque se ha visto que en muchos casos todo es más productivo: se pierde menos tiempo en desplazamientos, reuniones físicas y por supuesto es más fácil el control sanitario en caso de necesidad.
El hecho de teletrabajar se ha unido a la costumbre de «trabajar en la nube», algo que libera a los usuarios y empresas de la necesidad de gestionar la información en el mismo dispositivo: todo queda en una nube virtual con servidores en centros de datos repartidos en diversas ubicaciones. La nube proporciona más recursos a quienes se conectan a ella, así como su ubicuidad: se puede acceder a ella desde cualquier dispositivo. Al mismo tiempo, facilita la gestión de la seguridad de los datos y accesos a los administradores.
A día de hoy no hay una sola nube, de ahí la tendencia sean las nubes híbridas o multinubes: combinaciones de nubes públicas como las de Microsoft, Amazon o Google, junto con nubes privadas donde se primen cuando sea necesario las cargas de trabajo o la disponibilidad de los datos.
La escalada de las máquinas que se conectan unas con otras lleva un ritmo superior al de las personas conectándose entre sí o con las máquinas. Según las previsiones de Cisco alcanzarán cerca de 15.000 millones de conexiones M2M (máquina a máquina) para 2023. Esto no debería extrañarnos al ver cómo cada día se conectan más aparatos a la red global: la televisión y la aspiradora robótica, los smartwatches y tabletas, la alarma o la calefacción… Lo mismo sucede en las empresas, donde se utilizan sensores de todo tipo para el seguimiento de procesos de fabricación, envíos de productos o los propios vehículos. Es como si las cosas conectadas tuvieran ya su vida propia, creciendo y creciendo como una entidad viva. Así que mejor será acostumbrarnos a compartir Internet con ellas.
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