¿Alguna vez te has planteado qué ocurre si desarrollas un software sobre alguna herramienta de…
Microsoft acaba de hacer la tercera compra más importante de su historia. Después de desembolsar más de 26.000 millones de dólares por LinkedIn y 8.500 por Skype, los de Redmond vuelven a hacer gala de músculo financiero sacando la billetera para hacerse con la mayor plataforma de alojamiento de código, GitHub, por la nada desdeñable cifra de 7.500 millones de dólares.
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Es una cifra especialmente llamativa porque días antes se rumoreaba que su precio de compra podría oscilar en torno a los 2.000 millones pero que, finalmente, se ha confirmado en una cifra incluso superior a la que ya pagó Microsoft por Nokia. Cuesta creer que un fabricante icónico de teléfonos móviles con el dominio de mercado que tuvo en su momento pueda costar menos que “simplemente” (nótense las comillas) un lugar donde poder alojar código mediante el sistema de control de versiones Git, ¿verdad?
La importancia de GitHub se encuentra en que es el epicentro del software libre. La gran mayoría de lo que ocurre en torno al software libre, ocurre en GitHub.
Para entender el valor de GitHub, es necesario ponerlo en cifras. GitHub cuenta con 24 millones de usuarios y más de 67 millones de repositorios, de los cuales unos 25 millones son de acceso público. Desde noviembre de 2016 a octubre de 2017, se registraron 47 millones de pull request.
Pero apostar por el software libre parece ir en contra de la línea habitual de Microsoft, los reyes de las licencias de uso y el software cerrado. Entonces, ¿por qué este movimiento?
En realidad, Microsoft lleva unos años ampliando su espectro y apostando por el código abierto, de hecho, el repositorio con más contribuidores de todo GitHub pertenece a Microsoft y se trata de su editor de texto enfocado a la programación VSCode, el cual acumula 15.000 usuarios que han contribuido a su código, casi el doble que el repositorio de React-Native de Facebook, el segundo en cuestión.
Otro de los grandes aportes de Microsoft al código abierto es TypeScript, un superconjunto de JavaScript que se compila a JavaScript “plano” y permite, incluso, desarrollar aplicaciones en el lado servidor gracias a node.js, aportando lo que muchos desolladores reclamaban: tipos estáticos de datos, algo muy demandando en los entornos empresariales y por programadores que vienen de lenguajes como Java o C++.
Como no era de extrañar, dada la mala fama que precede a Microsoft en el ecosistema Open Source, la comunidad reaccionó con mucho escepticismo, llegando a migrar miles de repositorios de GitLab en apenas unas horas. De hecho, GitLab, a fin de aprovechar la situación, ha abierto nuevos canales de comunicación para asistir a los usuarios en esta migración e incluso descuentos de hasta el 75% en sus planes de pago, a fin de ganar todos los usuarios posibles con el descontento por esta operación. Recordemos que GitLab se ganó muy mala prensa en enero de 2017 cuando, por error, su base de datos fue borrada y se perdió toda la actividad de las últimas 6 horas, por lo que han encontrado una oportunidad única para recuperar los usuarios perdidos por aquel incidente.
No obstante, para tratar de arrojar algo de luz a toda esta polémica, una de las más grandes y más respetadas instituciones de la comunidad Open Source, la Linux Foundation, emitió un comunicado para dejar clara su postura alegrándose e invitando a que todos celebremos este movimiento de Microsoft que no puede entrañar ningún riesgo, dado que el auténtico valor de GitHub, que son sus repositorios, también recoge que la mayor parte de ellos tienen licencia de uso libre y a quién pertenece su propiedad intelectual. Por lo tanto, el miedo que muchos mostraban porque Microsoft pudiera adueñarse de prácticamente todo el software abierto del planeta son totalmente infundados.
De hecho, Microsoft hace años que es miembro platino de la Linux Foundation y uno de los mayores benefactores de Linux.
Casi a modo de meme, cabe destacar que la fuga de repositorios a GitLab resulta cuanto menos irónica ya que GitLab se alberga en Azure, plataforma cloud de Microsoft, por lo que, por mucho que pueda molestar a algunos, su código seguirá bajo el paraguas de Microsoft. Es cierto que GitLab anunció hace un par de meses que iría abandonando Azure progresivamente por Google Cloud, pero en el momento de escribir este artículo, todavía parte de su infraestructura no ha sido migrada.
En resumidas cuentas, Microsoft no está, ni mucho menos, cambiando la filosofía cerrada de su software más productivo. Más bien podría verse como una manera de acaparar todo el mercado posible ya que no hay motivo para no hacerlo. Si ya domina el del software cerrado y de pago por licencia de uso ¿por qué no podría también hacerse fuerte en el del software abierto? Al fin y al cabo, todos nos beneficiamos de sus frutos de una manera u otra. Y, por lo que parece, no importa quién contribuya en él, el software libre siempre seguirá siendo libre.
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