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Google está pasando por tiempos difíciles. Hace tiempo que Apple y Google se intercambian los dos primeros puestos como empresas más valoradas del mundo en una guerra intermitente. Y no es de extrañar, ya que de las 6 empresas más grandes del mundo por valor en el mercado, sólo encontramos una que no sea tecnológica, y es en la cuarta posición: Berkshire Hathaway, el holding que ostenta o participa empresas como The Coca-Cola Company, American Express o Heinz, entre muchísimas otras. El resto son Apple, Google, Microsoft, Amazon y Facebook.
En séptimo lugar de este ranking aparece Exxon, la primera petrolera. Resulta sorprendente que el preciado petróleo, que durante décadas era el recurso que movía el mundo, ha dejado paso a los datos como la “materia prima” de más valor en el mercado actual. Y es por este motivo que las autoridades tienen el foco puesto sobre los gigantes tecnológicos.
Poco después de que Alphabet, la matriz a la que pertenece Google, volviera a perder la corona en favor de Apple, ha recibido una sanción económica más que abultada: 2.420 millones de euros por parte de la Unión Europea con motivo de hacer uso de prácticas monopolísticas. Pese a que la cifra supone un buen pellizco, su repercusión a nivel bursátil también es muy notable, ya que su valor en bolsa ha descendido, por el momento, $25 por acción.
Este hecho, que ha abierto informativos y que tanta repercusión ha tenido en medios digitales y tradicionales, realmente ¿a qué se refiere? ¿Cuál es el monopolio de Google?
Hace tiempo que la UE no está contenta con Google. La compañía de Mountain View se ha proclamado líder indiscutible como motor de búsqueda, con una cuota de mercado superior al 90%. Asimismo, tiene una ostensible ventaja tanto en el terreno de los navegadores con Chrome, que sigue abriendo brecha frente a sus competidores, como en el de los sistemas operativos para smartphones con Android. Sorprendentemente, las prácticas de monopolio van dirigidas a sus servicios para anunciantes.
Todos los que tenemos un contacto habitual con los medios digitales estamos muy acostumbrados a AdSense y AdWords, servicios para monetizar una página web o app mostrando publicidad y el servicio para anunciantes de Google, respectivamente. Ambos tienen un peso importante en la rentabilidad de Google y fue una de sus primeras formas de financiación mediante los resultados de búsqueda, pero éste tampoco es el motivo de la denuncia. Google es acusada de abuso de posición dominante por su servicio Google Shopping.
Google Shopping no es, ni más ni menos, que un servicio realmente sencillo, donde vendedores pueden anunciar el stock de productos del que dispone, con sus respectivas características, precios y demás. Si, por ejemplo, buscamos un iPhone 7 Plus de 128GB en venta, en Google Shopping veremos todos los anunciantes que lo venden, su precio, su disponibilidad, gastos de envío, etc. En resumidas cuentas, es un buscador de productos. Eso sí, previo pago del anunciante.
Hace años que Google incorpora la pestaña Shopping en su página principal, al igual que Imágenes, Videos, Maps, etc., y esto parece que no acarreaba ningún problema, hasta que Google ha empezado a incorporar los resultados de búsqueda en Google Shopping en las búsquedas “normales” e incluso a vídeos de YouTube como resultados sugeridos por encima de la primera posición, y dejando caer a su competencia hasta la cuarta página, en la mayoría de casos. Algo que para la Unión Europea supone una posición de abuso de poder frente a otras plataformas de características similares.
Lo curioso de todo esto es que las alternativas a Google Shopping podrían ser eBay Advertising, Amazon Products Ads o Yahoo Shopping, provenientes de empresas similares. Las únicas plataformas importantes dedicadas en exclusiva a este fin son PriceGrabber o Shopzilla. Esta última fue adquirida en 2005 por $525M y posteriormente en 2011 por $165M.
¿Realmente esta sanción va a ayudar a que prolifere la competencia de este tipo de servicios? ¿Las alternativas no provienen ya de empresas similares, o son de poco tamaño, ya que no tienen alcance global ni tanta variedad de productos?
Como decíamos, la UE no está contenta con Google desde hace tiempo, pero quizá no sea el monopolio el único motivo.
En los últimos años hemos visto cómo Reino Unido imponía la “Tasa Google” o impuesto sobre beneficios desviados, lo que obliga en especial a las grandes tecnológicas a pagar impuestos por los beneficios generados dentro del país, independientemente de dónde se encuentre su sede social. Esta es una práctica muy habitual, que propicia que las filiales europeas de este tipo de compañías se hallen en Irlanda, Luxemburgo u otros territorios con menor imposición fiscal. Esto se suma también a las investigaciones por posible evasión de impuestos que Google ha sufrido en sus sedes de París y Madrid.
Y es que precisamente, el negocio digital, es uno de los más complicados para las autoridades tributarias a la hora de delimitar exactamente dónde se generan beneficios y dónde se ha de tributar.
Google no es la única afectada por este tipo de decisiones de la UE en su afán de defender al ciudadano. Recordemos que esta sentencia se suma a otras empresas del sector, como la impuesta a Facebook por la falta de claridad en la compra de WhatsApp o a Intel, también por abuso de posición dominante.
Esperamos que no se entremezclen los asuntos financieros con las disputas por monopolio y, en especial, que en ninguno de los dos casos sea el usuario final el que se vea perjudicado.
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